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Tu Pum Pum: Mientras Que el Reggaetón se Convierte en Pop, Nunca Olvidemos las Raíces Negras del Género

Art by Alán Lopez for Remezcla

Tu Pum Pum fue publicada originalmente en inglés en Remezcla entre el 2018 y el 2019.

El reggaetón comenzó de forma natural como una transformación del dancehall, del hip hop y del reggae en español. Al ser un movimiento Afrodiaspórico, Panamá, Puerto Rico, Jamaica, la República Dominicana y Nueva York son paisajes fundamentales en la evolución musical de este género. A través de Tu Pum Pum: La historia del reggaetón, una columna de Eduardo Cepeda, vamos a explorar la historia del reggaetón, las luchas sociopolíticas y su impacto como fuerza global en la música y en la cultura.


En el 2017, “Despacito” se convirtió en un fenómeno de la cultura pop mundial. Fue nominada a Canción del Año y a Disco del Año en los Grammys 2018, la primera canción mayormente en español que tuvo ese privilegio en ambas categorías.

Pero su éxito el año pasado se complicó. Algunos fanáticos y críticos vieron el retorno del reggaetón a la cima de los charts de EE.UU. como un despegue para los latinxs en la industria de la música—una afirmación catártica sobre nuestro lugar no solo en los Estados Unidos, sino en el mundo entero. El hecho de que una canción en español haya alcanzado el número 1 en el Billboard Hot 100 en la era de Donald Trump y sus ataques denigrantes, puede ser enmarcado como un testamento del legado perdurable de nuestras culturas. Sin embargo, otros no lo ven como un triunfo, sino como un blanqueamiento del reggaetón—una ofensa a los pioneros Afrodiaspóricos que pelearon, literalmente, por su derecho al dembow.

A medida que una nueva ola de pop-reggaetón muy comercializada se ha ido apoderando de la industria musical, los artistas que encabezan el movimiento se parecen cada vez menos a los pioneros del género. Muchos consideran que estas estrellas son diseñadas intencionalmente para el público anglonorteamericano, y para los latinos blancos y de piel clara, cuyos privilegios y clases sociales fomentaron una actitud negativa hacia el reggaetón durante su boom comercial. Pero el género que ahora se proclama con orgullo como «reggaetón latino» hace no mucho tiempo era parte de una subcultura rechazada por la sociedad mainstream.

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Antes de que Justin Bieber se abriera camino en la historia del reggaetón, y antes de que Luis Fonsi fuera nombrado embajador de turismo de Puerto Rico en la cúspide del éxito de “Despacito”, el reggaetón tuvo que luchar por ser aceptado. Ya existía como un género inculto y estigmatizado, encadenado a un legado de discriminación por motivo de raza o color de piel, primero en Panamá y luego en Puerto Rico, una vez que se consolidó como la música que reconocemos hoy en día.

El blanqueamiento del reggaetón es una ofensa a los pioneros Afrodiaspóricos que pelearon, literalmente, por su derecho al dembow.

El proto reggaetón, o underground, comenzó en parte cuando Vico C y DJ Negro se conocieron a mediados de los años 80. Su afinidad mutua por la música de la Afrodiáspora incluía al hip hop, dancehall, la plena de Panamá, entre otras. Se les considera los padrinos del reggaetón, aunque los ritmos sampleados en sus primeros mixtapes underground procedían en su mayoría de discos de hip hop norteamericano.Estos primeros mixtapes tienen pocos indicios del dembow riddim, pero abrieron la puerta para que los raperos de habla hispana de Puerto Rico tuviesen una plataforma. Inicialmente solo se produjeron unas 20 copias (según la investigadora Raquel Z. Rivera), la música se difundió a través de redes de distribución informales, con seguidores que compartían y copiaban las cintas principalmente dentro de los caseríos, proyectos de vivienda pública en Puerto Rico.

Al principio, el movimiento clandestino pasó en gran medida desapercibido para quienes vivían fuera de estas viviendas, teniendo en cuenta que los caseríos eran (y en gran medida siguen siendo) de las comunidades más descuidadas y marginadas de Puerto Rico. Pero el crecimiento orgánico del género a través de los mixtapes y los CDs piratas finalmente capturó la atención del público local.

Luego, el reggae en español, iniciado por panameños descendientes de antillanos que emigraron al istmo para trabajar en el Canal de Panamá, comenzó a circular en Puerto Rico. La plena panameña de artistas como «El general», «Nando Boom» y Renato influyó en los artistas underground de la isla. El “Reggae” o dembow riddims comenzó a dominar la escena a medida que el underground crecía. La facilidad para bailar el dembow riddim, junto con los timbales que se acentúan en el backbeat, alimentaron la popularidad del primer reggaetón. Para cuando el exitoso álbum Playero 38 de «DJ Playero» fue lanzado en 1994, el dembow impulsaba el sonido de la música underground. Con actuaciones de Daddy Yankee (el debut de Yankee fue en el Playero 34 de Playero, en 1992), Frankie Boy y Yaviah, Playero 38 ayudó a catapultar el underground a los dormitorios, clubes y Walkmans de los jóvenes de Puerto Rico. El lanzamiento en el 1994 de Sin Parar de Wiso G, el primer álbum underground en un sello discográfico oficial (NRT Inc.), atrajo un tipo de atención y visibilidad que provocó una histeria total contra el género en la cultura mainstream puertorriqueña.

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Durante la iniciativa «mano dura contra el crimen», defendida por el entonces recién elegido gobernador Pedro Rosselló, y que duró de 1993 a 1999, los funcionarios del gobierno fueron al acecho de los aficionados al reggaetón asaltando los caseríos donde el género estaba floreciendo. La música enfureció al gobierno puertorriqueño hasta el punto de que las redadas llegaron a las tiendas de discos que vendían mixtapes. Esta censura—justificada por escritores y políticos con un profundo desdén por el reggaetón—tenía un asombroso parecido con la censura a la que se enfrentaba la bomba de la generación anterior. En febrero de 1995, el departamento de policía de Puerto Rico, junto con la Guardia Nacional, hizo una redada en seis tiendas de discos en San Juan y sus alrededores. Las redadas formaban parte de la «Operación Centurión», que se enmarcaba en el programa «mano dura contra el crimen», y tenía por objeto controlar las comunidades marginadas de la población de Puerto Rico en los caseríos. Como escribe Petra Rivera-Rideau en su libro Remixing Reggaetón, la «Operación Centurión» marcó a estos barrios pobres, en su mayoría Negros, como lugares clave para la violencia, la hipersexualidad y el consumo de drogas.

El reggaetón era oficialmente objeto de contrabando.

Las redadas no fueron hechas para incautar drogas, armas, ni siquiera para detener la prostitución. El objetivo era confiscar casetes. La demanda de cintas clandestinas se había extendido desde el núcleo urbano hasta los suburbios de Puerto Rico, donde los hijos de empresarios y políticos adinerados se contagiaron con la fiebre del perreo. La campaña anti-reggaetón siguió adelante impulsada por el grupo de vigilancia conservador Morality in Media. Citando letras violentas e hipersexualizadas, Morality in Media argumentó que la juventud de Puerto Rico estaba siendo conducida a tener sexo desenfrenado, a las drogas y a la violencia. Las redadas posteriores en las escuelas públicas se centraron en confiscar armas, en la parafernalia de drogas, en el alcohol y la música underground. El reggaetón era oficialmente objeto de contrabando.

No se puede negar que el contenido del reggaetón a menudo puso énfasis en temas como la violencia, la sexualidad y la misoginia, aunque artistas Afropuertorriqueños como Tego Calderón utilizaron el espacio desde un principio para expresar sus opiniones sobre el clasicismo y el racismo. Pero la idea de criminalizar la libertad de expresión era absurda, ya que la historia demostraba una y otra vez que esta medida estaba destinada a fracasar. Muchos reggaetóneros optaron por reorientar su contenido lírico, y esto solo trajo más atención al género en conflicto y a sus exponentes.

Más allá de los inconvenientes causados por la pérdida de mercancía y los frívolos arrestos, las redadas en las tiendas no le causaron mayores daños, ni fueron de obstáculo para el reggaetón. Pero las opiniones públicas, las conferencias de prensa y las redadas persistieron, y con ellas llegó una oleada de popularidad del reggaetón. Cada vez más gente adoptaba el género, ya que elementos folclóricos de Puerto Rico se filtraban en la música. Aunque el dembow—un riddim que se consideraba «Negro»—continúo siendo el centro, cedió un espacio donde se incluyeron instrumentos tradicionales asociados con la música latina, como los timbales y el tres. Mas Flow de Luny Tunes y El Abayarde de Tego Calderón (ambos lanzados en el 2003) usaron símbolos culturales más claros de la latinidad con sus pesados riffs de guitarra bachatera y las influencias de bomba. Estos legados musicales se fusionaron con la identidad del reggaetón, llevando al género –como dijo Wayne Marshall en una antología de 2009 sobre la comercialización del reggaetón– «de la música Negra» al «reggaetón latino», lo que trajo consigo una mayor aceptación entre la población blanca de Puerto Rico.

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Pero el gobierno aun no se iba a dar por vencido. El siguiente objetivo de su ira era la presunta pornografía y la cosificación de las mujeres en los videos musicales. Como en la época de Mano Dura, este ataque también cayó en picada, ya que muchas de las mujeres en los videos valoraban las oportunidades que surgieron a raíz de sus participaciones en los mismos. Algunas, como Jenny la Sexy Voz y Glory, usaron su sexualidad para desafiar a un sistema patriarcal y opresivo en esencia, al conseguir puestos importantes como coristas o, finalmente, diversificando sus carreras como solistas.

La predominancia del reggaetón es importante para la visibilidad latinx a nivel mundial, pero ¿a qué precio?

El reggaetón no se detendría; su popularidad crecía exponencialmente con cada condena política. Como todos sabemos, Gasolina de Daddy Yankee y Oye Mi Canto de N.O.R.E. catapultaron el reggaetón al léxico internacional a mediados de la década del 2000. «Don Omar» declaró el género como “Reggaeton Latino”, mientras que Luny Tunes hizo que el mundo conociera los requintos de la bachata. Artistas como Shakira y Alejandro Sanz se sumaron a esta corriente, conduciendo al reggaetón hacia una versión «blanqueada» más aceptada.


A raíz del éxito de Despacito, el reggaetón es hoy en día música pop. Despacito tiene un significado histórico similar al de La Macarena; ambas son las únicas canciones mayormente en español que han alcanzado el no.1 en los charts estadounidenses desde La Bamba. Ambas son versiones pasteurizadas de géneros que alguna vez fueron Negros y marginados, pero al llegar a ser mainstream consiguieron mayor visibilidad y aceptación por parte de los blancos: Macarena con su base de techno falsa, Despacito, un tema de pop convencional con un ritmo derivado del dembow. Y ambas son canciones sobre el placer sexual que seguramente han hecho bailar a más de un miembro de la iglesia en el bar de un crucero.

Pero no importa cuántos récords rompa un single de reggaetón, algunos van a seguir atacando a este género que perciben como tosco y vulgar, como Aleks Syntek, que recientemente dijo que el género proviene de los simios, haciendo una referencia sarcástica y racista a sus raíces Negras.

La discriminación racial está viva y fuerte, y parece que no hay consecuencias para la gente como Syntek, a pesar de sus opiniones despectivas sobre la cultura Negra. No importa el hecho de que Syntek esté profundamente endeudado con los géneros Afrodiaspóricos del hip hop y el house en muchos de sus trabajos, incluyendo Calo, que, sin querer, se convirtió en un proyecto cómico.

Y hoy, más que nunca, es importante contar la historia de cómo llegó hasta aquí.

El reggaetón ha recorrido un largo camino desde la asediada «música Negra» de los caseríos. Y hoy, más que nunca, es importante contar la historia de cómo llegó hasta aquí. La popularidad y la propagación del reggaetón harán que este género se diluya aún más, que según los puristas ya está sucediendo a manos de la «arenosa» nueva ola de artistas colombianos que encabezan los charts con mucho peso. El blanqueamiento gradual de un género no es un concepto nuevo. El jazz, el blues y la música disco han sufrido batallas similares, tanto por los intentos de regulación como por la limpieza de la industria. Los Larry Levans de antaño son reemplazados por los Diplos de hoy.

La comercialización de la música no es monocromática. Hay matices complejos en el crecimiento de un género. La predominancia del reggaetón es importante para la visibilidad latinx a nivel mundial, pero ¿a qué precio? A medida que la aceptación y la popularidad del género aumenta, es clave recordar que antes lo caracterizaba el color negro y su afinidad con la clase baja y el peligro. Esta nueva imagen del reggaetón representada por estrellas de piel clara, fáciles de comercializar, se llevaron por delante a los orígenes de «música Negra» y esto confirma el peso de la discriminación en la cultura latinoamericana. Esto no quiere decir que las estrellas que llevan el mando del reggaetón no están invitadas a la fiesta. Pero para llegar a entender de manera inclusiva a la latinidad y sus diversas y complejas comunidades hay que

tener en cuenta todas sus facetas—especialmente la que protagonizan las comunidades de la Afrodiáspora que la vieron nacer.

Traducido por Debora Olalla.