Sin Lectorum

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Ya llevamos casi dos meses sin la Librería Lectorum y a una se le olvida de vez en cuando y le hablan de un libro y pregunta: “¿Lo tienen en Lectorum?” O se encuentra recomendando la dirección a un recién llegado: “Sí, ve a Lectorum ahí lo tienen, en la calle catorce, entre la seis y la siete”. Pero de nada sirve ya esa dirección estéril sin Lectorum. Como ya no sirve pasear un domingo por la tarde, cansada de la casa o quizá de la música aborregadora de cualquier otra tienda, llegar ahí, a la librería de verdad, en donde uno se sentía en casa y le preguntaba a Juan Pablo, o a Alfredo, o a Marcos o quizá a algún escritor hispano que se acercaba de incógnito con una sonrisa, y le daba un codazo a su acompañante de turno: “Ah, pero ésta es…”. “Sí, si es ella.”


¿Cómo se sustituye una casa? No sé en qué estarán pensando los dueños de la empresa cuando repiten que los libros se pueden encontrar en Internet. Muchas gracias, pero eso ya lo sabíamos. De hecho, Amazon.com tiene una excelente selección de literatura en español. No comprábamos los libros en Lectorum porque era el único lugar en donde se encontraban ciertas obras. Íbamos allí porque era Lectorum y los comprábamos allí porque estaban en Lectorum.


El cierre de esta librería ha sido una puñalada y hoy permítanme que exprese mi indignación porque en una empresa dedicada a la literatura – porque quien vende los libros también está en ellos – se prime la economía y no se cuide a la comunidad lectora. No lloraremos lo suficiente esta pérdida, y su falta se sigue notando.