Culture

Creando en Crisis: Sobre La Fotografía, Mayeli Villalba

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Acerca del 1% de la población paraguaya se identifica como afroparaguayx. Fotógrafa Mayeli Villalba es conocida por su documentación de la comunidad Kamba Cúa junto con paraguayxs que, como ella, siempre le han dicho “no pareces paraguayx” pero no crecieron en una familia que se identifica como Negra.

“Nunca me enseñaron sobre nuestra existencia durante mi educación formal, entonces decidí salir a encontrar mi gente,” contó a Foto Femme United. La artista de 34 años tomo fotos de sus compañeras afroparaguayas en la marcha del Día internacional de la mujer para colectivo feminista latinoamericana Ruda, y sigue retratandolas en su obra de largo plazo.

Pero, para una artista que quiere visibilizar la comunidad Negra, ¿cómo mantiene su práctica artística durante una crisis que prohíbe que la gente se junte?

Mientras estaba en cuarentena en la casa de su mamá, Villalba dirigió el lente de su cámara hacia la tierra bajo sus pies—la sustancia de la resistencia paraguaya, devastada y fértil a la vez. Contemplar la tierra de una nación que tanto niega su pertenencia se la dio nuevas maneras de trazar sus raíces.

A través de la obra de Villalba, las interrogaciones valientes de su tierra natal presentan al espectador una encarnación de orgullo y dolor. Observar sus fotos evoca a James Baldwin. “Amo América más que a cualquier otro país, y, justamente por eso,” escribió, “insisto en el derecho de criticarla para siempre.”

En esta conversación de Creando en Crisis, Villalba habló con nosotras sobre el placer de cosechar tu propia comida, afro-latinidad y colaboraciones con compañeras desde la cuarentena.

Eres una co-fundadora de la Ruda Colectiva, y hay bastantes perfiles (hasta acá en Remezcla) sobre el colectivo, pero no muchos sobre ti como artista individual. Cuéntanos, ¿cómo empezaste con la fotografía?

Desde niña, tenía una cámara chiquita analógica, y era mi cámara, o sea era de la familia, pero yo era la que siempre andaba con eso. Bueno, fui creciendo, y mis compañeros y yo fundamos un medio de comunicación contra-hegemónico que se llama La Cigarra por el bichito ese que siempre canta en el otoño. Nuestro discurso era alternativo digamos, y cubrimos cosas que los medios mainstream no cubrían que tenían que ver con protestas o la injusticia del estado. Y ahí estaba haciendo fotos y videos, y tomé la decisión de hacer eso profesionalmente… Hoy, trabajo para medios internacionales y ONGs como fotógrafa o cineasta.

Arte con la naranja pire. Photo by Mayeli Villalba. Source: IG.
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¿Trabajas con una perspectiva diferente en tu trabajo personal a diferencia de tu trabajo periodístico?

Es un poco de los dos. Cuando salgo a fotografiar, no puedo dejar mi perspectiva feminista o anti-racista al lado porque son identidades que uno se construye por dentro que no se puede desligar en ciertas situaciones. Siempre trato de cumplir lo que me pidieron como trabajadora mientras incorporo mi ideología. También trato de no reproducir esa narrativa occidental que es tan machista y tan racista porque lo que pasa es que esos son las referencias que tenemos mainstream en lo visual. Hacer de una forma diferente requiere siempre estar atento porque si no puedes caer fácilmente en esos estereotipos porque es lo que más ves. También, si estás cubriendo un evento, tú tienes un día para hacer lo que podes. Sin embargo, cuando tú tienes un proyecto personal a largo plazo, puedes cometer muchos más errores y volver mañana o en un mes.

Mucho de lo poco que los extranjeros saben de Paraguay tiene que ver con la lucha para la tierra ante esos mega-negocios agricultores de Argentina y Brasil. Pero me encanta que tengas una conexión muy íntima con la tierra. Tu fotografía se trata de las características medicinales de las plantas o conserva algo tan simple como un plato de yuca cocida en una manera que evoca ternura. ¿Cómo ha cambiado tu proceso de sacar fotos de la tierra en cuarentena?

En Paraguay, los conflictos sociales más grandes tienen que ver con la tierra desde siempre. De hecho, el 2% de la población, no más, tiene más o menos 85% de la tierra cultivable. Todos los días, los campesinos y campesinas que tratan de preservar la tierra experimentan desalojo, asesinatos y persecución que viene de los sojeros. Tenemos una tierra tan fértil, pero, a pesar de eso, muchísimos de los productos que comimos son importados porque la tierra cultivable se usa para la soja que exportan. El monocultivo de soja ha causado el desalojo de muchísimas comunidades porque destruye la diversidad de los bosques, seca los arroyos y mata a animalitos.

Nací y crecí en Asunción, pero por más o menos 20 años, mi mamá ha vivido en un pueblo que se llama Nemby. Gente como yo son la primera generación que creció en la ciudad… entonces tenemos una conexión con la cultura campesina muy fuerte. Y ahora con la crisis, aumentaron la cantidad de personas que tienen huertas de una manera asombrosa y hermosa. Mi mamá y yo hicimos una huerta en su casa. Ella viene de orígen campesino, pero se mudó a la ciudad cuando tenía 15 años. Había muchas conversaciones entre nosotras ahí sobre lo que yo leía en Internet sobre cómo cultivar la tierra y sobre lo que ella sentía que sería mejor por su experiencia. Y también nos conectamos muchísimo con otras vecinas del barrio que también tienen sus huertas e intercambiamos semillas, intercambiamos plantines. Si alguna le salió muchísimo tomate, le da un poco a la otra, y la otra le da un poco de lechuga. Sientes un vínculo verdadero con la tierra por comer tu propio verdeo.

Hay una perspectiva social e interactiva en tu obra a través de los retratos. Obvio no tienes que acariciar a tu sujeto para crear un sentido común, pero ¿el distanciamiento social ha cambiado cómo establecer confianza con tus sujetos?

Trato de pasar la mayor cantidad de tiempo posible con [ellos] para generar una mayor confianza… En este caso, yo saqué una serie de retratos de varias personas del barrio de mi mamá en sus huertas para el proyecto de Ruda que se llama, ‘No Es Una Cadena.’ Hablar con mis sujetos sobre su trabajo en la tierra fue un elemento que nos acercó mucho. Les contaba, ‘Yo también tengo una huerta que estoy haciendo con mi mamá, que hermosa tu huerta.’ La gente se siente muy orgullosa de eso, de hacer algo tan simple como crecer una verdura en su propio patio es algo casi inexplicable. Además, acá, porque la cultura del campesino es muy fuerte, sembrar y cosechar es algo que a la gente le gusta hacer por placer. No sólo es por necesidad.

Photo by Mayeli Villalba. Source: IG.
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Has dicho que eres una de los únicos miembros de tu familia que tiene una identificación orgullosa con tu ascendencia negra. ¿Has sacado fotos de tu familia para tu proyecto de afro-paraguayos? ¿Para ellos, cómo fue la experiencia de excavar la identidad e historia de tu familia?

Yo soy la primera generación que pudo asistir a la universidad. La mayoría de mis antepasados estaban con ganas de satisfacer sus necesidades cotidianas. Mi formación académica me dio las herramientas para entender mi situación en el mundo. Logré entender cuales son los aspectos que tiene en mí el patriarcado o el racismo. Si nunca hubiera aprendido eso, siempre habría pensado que tenía un problema personal.

Bueno, un poco incomodidad hay porque lo que el racismo genera es la cuestión de rechazar tu propia identidad. El señalamiento negativo hacia la marca corporal negra era siempre el caso en mi familia. Por suerte tengo una relación hermosa con todas mis tías, y mi mamá tiene muchos hermanos y son super amigos entre ellos. Entonces si al principio se ponen incómodos por el tema, igual no hay una reacción agresiva ni nada porque tenemos un vínculo muy lindo. También, le gustan ser retratados, pero con mi mamá, tuve que trabajar varios años antes de que me dejara retratarla. Una vez que entendió mi incentiva de porqué tanto quería retratar a ella porque para mí ella es un reflejo muy importante en esta exploración muy profunda de nuestra identidad. Cuando le explicaba eso, le salió la timidez.

Siempre hay esa dificultad de verse a sí misma, pero para las mujeres Negras, es una dificultad en particular por el racismo. Hoy es re fácil sacar su foto. En cuarentena, ella me acompañaba en muchas ocasiones a sacar fotos en las huertas de sus vecinos del barrio, y me diría, ‘Ey, sacame una foto acá.’

¿Piensas que ser retratada ayuda con la auto-confianza de tus sujetos?

Sí, con las otras personas que he conocido por mi proyecto de los afroparaguayos han pasado cosas muy lindas y similares. No puedo acercarme a alguien que me parece Negro y decirle, ‘Hola, sabías que sos Negro’ porque nadie quiere esa etiqueta que se ve negativamente por el racismo. Con mucha gente que entrevisto para mi proyecto, yo soy la primera que le ha dicho que puede ser afro. Presento mi proyecto como retratos de gente que se me parece a mí—que tenga un cabello así o un nariz así. Plantearle su identidad Negra abre una puerta gigantesca, y de ahí la tratamos como una historia de su familia porque tampoco quiero que sea algo superficial. Yo siento mucho la necesidad de que haya una escena Negra acá, que haya gente por todos lados hablando de sus vidas como personas Negras.

Paraguay ha sido celebrado por cuánto pudo controlar el virus, pero has escrito algunas observaciones en tu Instagram de cómo todavía hay desigualdad y elitismo en el sistema de salud paraguayo. Hablar de la clase socioeconómica es muy importante en términos de los efectos de COVD-19 porque hay un discurso bien peligroso de, ‘Este virus no discrimina,’ cuando, en realidad, la pandemia ha tenido un impacto más duro en las comunidades Negras e Indígenas de bajos ingresos. ¿Hay este discurso en Paraguay? ¿Cómo intentaste introducir esas cuestiones de clase a tu documentación del virus?

Dónde estaba en cuarentena en el terreno de mi mamá, es una comunidad que históricamente ha sido de migrantes campesinos y sus hijos. Por lo tanto, la mayoría de sus vecinos son trabajadores de bajos ingresos. Son limpiadoras o albañiles. Ser migrante campesina significa que estás heredando una pobreza estructural histórica que está bien arraigada en tu identidad también.

Cuando la cuarentena era muy controlada y estricta, hubo una represión policial en una Olla popular en un barrio de Asunción periférico donde las personas viven en condiciones de pobreza extrema. La misma semana, una pareja multimillonaria se casó, y publicó en todas sus redes sociales. Entonces, esto me pareció un ejemplo muy gráfico con las fotos de la represión policial en la Olla popular y las fotos de esa pareja multimillonaria en una mansión donde sus invitados tenían tapabocas de diseño. Esa represión en la Olla popular queda muy cerca de mi casa acá en Asunción, pero yo estaba en cuarentena fuera de la ciudad. Entonces, cuando me tocó el takeover de la cuenta de Ruda, hice una apropiación de imágenes de la prensa.

Photo by Mayeli Villalba. Source: IG.
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Has descrito la cuenta everyday.paraguay como un diario colectivo. ¿Cómo te has desafiado creativamente no sólo tú como fotógrafa pero también con tus compas en esos colectivos? En particular, considerando que están animando a fotógrafxs que no necesariamente son profesionales a sacar fotos en sus celulares. ¿Siendo mentora para otras artistas, cuáles son los desafíos compartidos durante la pandemia para fotógrafxs que no puedan salir a sacar fotos?

Al principio, dijimos a nuestros seguidores que queremos compartir lo que está pasando en Paraguay desde cuarentena. Hay este estereotipo de fotoperiodismo donde hay que ir a un lugar exotico para contar una historia, y ahí se construye mucho colonialismo con europeos que se van a África o Sudamérica para conocer la selva. No hace falta salir de tu cocina o tu habitación para contar una historia. Estábamos desafiando a nosotros mismos, a que miremos nuestra proximidad y pidiendo a quienes nos rodean que participen.

¿Paraguay ha tenido una reflexión más profunda en su historia negra con las manifestaciones internacionales de las Vidas Negras Importan?

Sí, definitivamente. Hace cinco años, era muchísimo más difícil hablar de la Negritud en Paraguay. Ahora, se visibilizó un poco más el trabajo antirracista que muchos venimos haciendo desde hace tiempo. En Paraguay, varios medios hegemónicos por fin decidieron colocar esto en sus páginas. Hay una revista Pausa que por lo general revisa productos de belleza o habla del rincón V.I.P., e hizo una tapa donde aparezco yo y unas afro-paraguayas más. Pero no sabemos hasta dónde va a tener eco eso, así que, en realidad, no se ha solucionado nada tampoco.

Por toda mi vida, siempre me han acompañado momentos que tienen que ver con la negación de mi identidad paraguaya por mi cuerpo Negro. Hablar de la injusticia no se ve cómo la cosa más artísticamente o estéticamente viable. Sería mucho más fácil y agradable mostrar todo lindo con unicornios y ponis. Cuando tú salís y hablás de cosas que pueden colocar en la otra persona un lugar incómodo, te colocas en una posición de rechazo, y muchas personas no están preparadas para navegar esa incomodidad. Obviamente preferiría callarme a veces. Cansa.

Has dicho, ‘Los afroparaguayos somos más que un baile o una música que aparecen en eventos artísticos cada vez que nos invitan.’ ¿Cómo balanceas celebrar la cultura negra a través de sacar fotos de Kamba Cúa mientras resistes a la tendencia de reducir la cultura afroparaguaya a música folclórica?

Yo no soy de esa comunidad Kamba Cúa que se auto-percibe como Negra, pero sí tengo un vínculo fuerte con ellas por mi trabajo. El baile y la música que hacen son unas tradiciones claves para muchas comunidades de la diáspora afro. Es una expresión identitaria muy importante, y es una herramienta política porque su música es lo que la distingue. De hecho, su danza, es la mayor referencia que hay acá de la negritud en Paraguay, entonces es un elemento central de nuestra identidad compartida.

Lo que está mal es que el estado sólo les da este espacio una vez al año como si fuera un evento folclórico y no personas que merecen derechos humanos, que vienen de situaciones muy difíciles por el racismo estructural y que tienen antepasados que eran esclavizados por un estado. No era mala suerte o un accidente. Son políticas públicas. Entonces, nos dan un espacio para bailar, pero no hacen nada por la situación de exclusión en la educación o en el sistema de salud.

Photo by Mayeli Villalba. Source: IG.
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Ya que muchos campos están reconociendo su racismo, ¿piensas que, siendo negra, siempre se ve tu obra como ‘política’? ¿Y cómo te sientes con esa vista?

Yo creo que cualquier estereotipo puede ser dañino en cualquier momento. Puede ser dañino que te quieran encasillar de cualquier manera. Ni siquiera las identidades son estáticas porque todo el tiempo estamos cambiando. Tendríamos que luchar para liberarnos de los estereotipos y de nuestros prejuicios hacia los demás también. Si hay un trabajo que tiene un puntito político interesante, y puede aportar a un debate sobre un tema tan jodido como el racismo, está bueno, pero estaría bien que valoraran nuestro arte más allá de eso también.

¿Cómo podemos apoyar tu trabajo desde lejos?

Mientras más gente que yo vea haciendo cosas que sea igual a mí, yo me siento muy contenta. Es importante reconocer los problemas estructurales que hay de acceso y de participación en la fotografía y en los artes por lo general. En la fotografía, hay veces en que se pone de moda algunos temas. Los fotógrafos y las fotógrafas tienen que asegurar que no ocupen todos los lugares que están dirigidos a las narrativas Negras. Eso es justamente lo que pasó con el feminismo también. Se puso de moda hablar de las mujeres, y automáticamente todos los hombres empezaron a contar historias sobre las mujeres. El feminismo blanco reclamó eso, pero muchas mujeres blancas no se dan cuenta de que están haciendo lo mismo con espacios que tienen que ver con la Negritud. No se puede decir que hay mayor cantidad de mujeres fotógrafas, y eso significa que están representando a todas las mujeres porque la verdad es que la mayoría son blancas. Hay muchísimos fotógrafos blancos contando historias de la Negritud, y lo que hace es ampliar la brecha aún más porque ya somos una minoría muy notable en la fotografía.

Hay que revisar el racismo cotidiano todos los días, no solamente en el día del concurso o la beca. Tenemos que identificar cuales son las maneras en que cada una o cada uno perpetúa el racismo, lo que se llaman micro, pero no estoy de acuerdo con la clasificación ‘micro.’ Todas las barreras que tuvo mi madre y tuvo mi abuela son iguales que las que yo enfrento también. Tenemos que atravesar tantas barreras que se presentan en toda nuestra vida.