Y toda esta larga introducción para poder dibujarles un pequeñísimo bosquejo de quien estoy hablando. Es el mismísimo personaje que está detrás de la creación de ese hit de flamenco-pop ochentoso Bamboleo que fue originado de una canción llanera titulada Caballo Viejo y cuenta la historia de un caballo viejo enamorado de una joven potranca, que con un corazón alterado y corriendo a pasito apurado no le queda tiempo que perder en estos los últimos momentos de su larga vida.
Son así las típicas historias que cuenta Simón. Ellas contemplan la íntima relación entre el ser humano y la naturaleza que lo rodea y como el es reflejo de ella, y viceversa.
Este álbum, Mis Canciones/Mi Songs, está producido y dirigido por el propio Simón Díaz. Contiene su voz y silbido y los típicos instrumentos de la música llanera: el cuatro, arpa, bandola, mandolina, bajo, guitarra y maracas. Todos estos interpretados por maestros de la música venezolana: Luis Fajardo, Miguel Delgado Estévez, William García, José Angel Pérez y Alfredo Rojas.
Con los típicos ritmos dictados en su mayoría por el famoso cuatro (Una pequeña guitarra de 4 cuerdas) el sonido es lleno y pasivo y transporta al oyente a un mundo risueño de amor, dulzura y admiración a una mujer, a una cultura, a los llanos, a la vida.
A veces claro y poderoso y a veces más bien como secuestrado en un sueño Andaluz, Simón Díaz refleja su edad con una voz más profunda que la de aquel famoso falsete de algún tiempo atrás, emanando así la sabiduría de largos años de amores, travesuras, amaneceres y anocheceres.
La versatilidad, control y libertad de su voz trae siempre finos momentos como en La Pena del Becerrero con su Orinoco, Orinoco, Orinoco, Orinoco, Orinoco, Orinoco El-or-de-ña-dor le canta con un tono tan claro que resulta fácil imaginarse a un ordeñador hablándole a su vaca mientras consuela su corazón enamorado. O en Sabana donde su voz nada entre la ola de notas dadas por un arpa y otras tantas cuerdas que lo acompañan y persiguen en ese viaje por una llanura interminable que son los Llanos Venezolanos. Y es que oír a Simón Díaz resulta en una fijación en el más mínimo detalle de una tonada, de una frase, de una palabra, de una nota.
Si quieren degustar el sabor de los llanos venezolanos Mis Canciones puede ser una gran nota introductoria. Y el día en que alguno decida viajar a esa bella planicie se encontrarán probablemente con los llaneros cantando al ritmo de un cuatro con esa típica voz aguda y si tienen suerte, hasta de experimentar un contrapunteo, que deja a cualquier rapero en batalla corta, y a ustedes recordando al Maestro, Simón Díaz